La Niña En El Pasillo

Cuento escrito como parte del taller de escritura independiente de La Ceja para el proyecto FANZINE. 

No la conocía bien, ni sabía quién era, alguna vez la vi mientras cruzaba forzosamente de una habitación a otra, lo cual era un trauma para mí. Y ahí estaba ella, sentada frente a la puerta del fondo del pasillo, abrazando una muñeca, era una niña pequeña de unos seis años, de cabello largo y liso, tenía un hermoso vestido negro con listones azules, quería ver su rostro, pero no podía quedarme mucho en el pasillo; ese día la vi dos veces siempre en la misma posición, así que solo cruce la puerta y me recosté en la cama.

En medio de la noche, escuche un portazo y al tiempo empezó un llanto que provenía del pasillo. Abrí la puerta y las luces estaban encendidas, casi todas las puertas entreabiertas y al final del pasillo en un rincón estaba la niña llorando, salí de la habitación y fui por ella, la tome en mis brazos y la lleve a la habitación, la puse en la cama y la cobije; poco a poco se quedó dormida y tan solo la oía sollozar.

A la mañana siguiente, como si fuera un karma, yo debía pasar a otra habitación, así que tuve que dejarla sola y cuando regrese, ahí estaba ella de espaldas a la puerta y me miraba fijamente, luego de unos segundos me sonrió y me dijo: 

“Gracias”, camino al fondo del pasillo y se sentó de nuevo frente a la puerta del fondo. Y yo no pude evitar ir tras ella.

Me senté a su lado y le dije: 
-“¿Qué esperas?” 
-“que se abra” me dijo y le replique:
-“pero hay más puertas abiertas, ¿Por qué no vas a las demás?”, me miro y me dijo: 
-“¿y tú por qué solo usas dos?”. 

No supe que responderle, la verdad era que una era mi obligación y la otra era el refugio que usaba para desaparecer de todo. 

-“¿Y qué hay detrás de esa puerta?” le dije, 
-“Él”, me respondió, 
-“¿Y si ya no está ahí?” le dije y se quedó pensativa con la mirada fija en la puerta, entonces le dije: 
-“¿Y si…vamos a buscar en las otras puertas?” 
–“¿Juntas?” me pregunto con un brillo en los ojos, y no pude evitar decirle que sí. 

Durante un par de días caminamos juntas el pasillo y exploramos casi todas la habitaciones, algunas eran absolutamente tenebrosas, misteriosas y perturbadoras, y otras las fantasías más maravillosas.
Ahora ella deambula con su muñeca por el pasillo, entra a casi todas las habitaciones juega y se divierte a sus anchas, a veces escucho su risa y sus pasos; y en las noches siempre me visita en nuestro refugio y se duerme a mi lado contándome sus aventuras.

Anny.

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