Historia de un reencuentro.

Como empezar a contar una historia que creí que había terminado prematuramente y que me negaba a cerrar, era como si me hubiesen retirado el plato antes de terminar mi comida favorita o como si me hubieran quitado el libro que comenzaba a leer y que se estaba haciendo cada vez más fascinante. Así era como me sentía; cuando comenzaba a apreciarlo, me separan de él y me dejan llorando como a una niña pequeña a la que le han quitado sus dulces. Paradójicamente, quien un día me dijo que me alejara de él, que yo no debía conocerlo, me dijo: “sigue buscándolo, porque el que busca… encuentra” y a pesar de que mi pesimismo era tal, y que en el fondo pensaba que todo estaba perdido, no dejaba de buscarlo, deseaba compartir con él su cumpleaños o tan solo un momento.

Le extrañaba tanto o más de lo que le extraño ahora, estaba a punto de volverme loca con su ausencia, y no sabía qué hacer con tal de que el regresara. Cientos de ideas cruzaban mi cabeza, pero ninguna era apropiada. Quería hacer algo tan grande pero a la vez tan simple y tan sencillo que atrajera su atención de inmediato. Tal vez solo celebrar su cumpleaños o tal vez hacer algo para él y sus amigos y desaparecer. Desde hacía días la situación se había tornado extraña y fría, hablarle era muy triste y difícil para mí, pues en lo único que pensaba era que él quería alejarse de mí, tal vez porque yo interfería en sus planes o tal vez porque solo yo era la persona más insoportable del mundo. Las razones que me dio para su distanciamiento fueron simples y dolorosas, pero debía entender su posición, aunque en ese entonces no sabía lo que el en realidad quería.

5:45 p.m. del 8 de agosto de 2014, mi jefe estaba en Medellín y debía esperar a que regresara para entregarle un par de mensajes y pendientes, había olvidado por completo que tenía plan de película con un amigo y él también lo olvido, me desconecte sin pensarlo dos veces y continué con mi trabajo. Mi jefe llego sobre las  6:15 p.m. entregue todo, organice y salí de la oficina, me tome mi tiempo para llegar a casa, a fin de cuentas sabía que no había mucho para hacer, cando llegue esta estaba sola, subí a mi cuarto y decidí ver mis mensajes… para mi sorpresa, los mensajes un tanto enojados que le había dejado, habían tenido su efecto, su respuesta del viernes en la noche me dejo atónita… tenía un mensaje de él que decía “estas muy ocupada”; la verdad yo aún estaba muy, muy enojada, pero sobre todo triste, harta, decepcionada, melancólica y hasta deprimida, así que solo me limite a responder que había acabado de llegar a casa, aún estaba completa y absolutamente enojada con él, pero con tan solo un par de palabras me desarmo por completo.

El motivo por el cual me hablo era que quería que fuéramos a ver una película al teatro, sin embargo ya era tarde según él, pero en mi teoría nunca es tarde cuando quieres ver al alguien, (si se quiere…… se puede, así de simple; y el encontró un argumento para refutar mi teoría, no muy convincente pero un argumento), pero la verdad es que nos encanta ponerle obstáculos a las cosas, sobre todo al amor, la amistad y en general a la vida misma. Mi enojo con el comenzaba a calmarse y a pesar de que la conversación era extraña, no con la familiaridad y con el calor que tenía antes me alegraba mucho chatear nuevamente con él.

Esa noche, trataba de buscar alguien que me acompañara a Medellín, (la aversión a salir sola es muy grande) y la verdad era que nadie podría acompañarme y menos ese día y a esa hora, la repuesta de ellos era la misma, otro día, más tarde y la verdad mi madre quería que aquella diligencia se hiciera aquel día y yo disponía de muy poco tiempo libre para ello. Y ahí estaba el, conectado como era de costumbre, con su silencio sepulcral y abrumador, en el cual nos habíamos sumido desde hacía un par de semanas. Algo presionaba mi corazón y me decía que debía hablarle, que debía al menos intentar volver a acercarme a él. "Este es el último intento" pensé. Y decididamente le escribí. Trate de tener una conversación normal con él, pero los sentimientos encontrados eran muchos, pues para mí era un milagro que él me estuviera respondiendo.

Y por esas ideas locas que a veces tengo en mi cabeza le escribí: "me acompañarías mañana a Medellín". No esperaba su respuesta, me pregunto a qué hora y le dije que en la mañana y de inmediato acepto acompañarme, no pensé que lo hiciera, era un milagro, mi corazón se iba a salir de mi pecho, estaba latiendo con tanta fuerza de la emoción que creí que se reventaría, no podía creer que el aceptara acompañarme; pero debía advertirle que lo que íbamos a hacer, tal vez no sería de su agrado, dadas las nuevas condiciones de su vida, pero a pesar de mis advertencias su respuesta seguía siendo afirmativa, y eso era hermoso. Así que me fui a la cama casi eufórica de saber que él había aceptado ir conmigo, casi dos meses después de ausencia, después de tanto tiempo volvería a compartir con él y eso era emocionante. Pero mi ya frecuente pesimismo comenzaba a hacer estragos con un contundente comentario en mi fuero interior: ¡te dejará plantada!. Y yo puse una condición: ¡sola no voy!

A la mañana siguiente mi emoción era tal que estaba, completa y absolutamente distraída, no tenía noción del tiempo alguna, mientras me arreglaba mi mente divagaba en mil y una ideas, no sabía que ropa ponerme, tampoco tenía idea alguna de lo que debía llevar, recordaba la dirección, busque ropa la ultima hora y pensé que el morado seria el color apropiado, estaba sobre el tiempo, vi una publicación de él, sobre un libro que quería conseguir, rápidamente anote el nombre y el autor, empaque las cosas básicas, me termine de arreglar rápidamente, como siempre no le hice mucha fuerza al maquillaje o al cabello, al natural es más fácil y rápido, comí algo con rapidez, recibí la bendición de mi madre y en la puerta le hice la advertencia: "¡sola no voy!" En su rostro pude ver la esperanza matizada por la melancolía de que tal vez el no estaría allí.

Camine tan rápido como pude, terminando de ponerme unos accesorios y mientras caminaba oraba para que aquella nefasta premonición no se hiciera realidad, por pedazos corría rogando por no llegar tarde y sin importar tal vez lo peligroso decidí tomar el camino corto, temía que tal vez llegara tarde y que el si hubiera llegado temprano decidiera no esperarme e irse de nuevo a casa, por momentos corría intentado acortar el camino y llegar lo más rápido que fuera posible. No sentía mis pies, solo un miedo se apoderaba de mi corazón y de mi alma. faltando una cuadra, tan solo una cuadra, mi celular comenzó a vibrar, era el peor momento para que lo hiciera, pero allí estaba ese vibrar, tome el teléfono mire la pantalla y su nombre relucía en ella, de inmediato conteste, pero nadie me hablo y sentí un pinchazo en el corazón muy fuerte, aquel mal presentimiento se haría realidad y hoy no me alcanzarían las lágrimas para llorar, apresure el paso con el fin de presenciar el desastre tan pronto como fuera posible y experimentar nuevamente su abandono.

Llegue a la esquina y para mi sorpresa, alivio y tranquilidad, mis ojos encontraron casi que de inmediato la silueta de su cuerpo parado justo en la puerta de la terminal, en aquel momento sentí que me volvía el alma a cuerpo y que mi corazón volvía  la latir con tanta emoción y fuerza que pudo haber roto mis costillas y fue mi corazón quien llego primero hasta el, mientras mis pies se acercaban, él me miró y nuestros ojos se cruzaron, su rostro dibujo una hermosa sonrisa, como las que yo recordaba, intente agachar la mirada para que no notara todo los sentimientos que llevaba por delante, pero eso ya era inútil, avance los últimos pasos hasta él y lo único que puede hacer fue arrojarme en sus brazos y abrazarle como si fuera el último abrazo que pudiera darle en la vida.

Mis brazos lo rodearon con fuerza, antes de que posiblemente desapareciera o tratando de comprobar que era real y no otra de mis tantas alucinaciones. Quería retenerle a mi lado tanto como fuera posible y sentirle a mi lado fue completamente reconfortante, no quería soltarle, recosté mi cabeza sobre su pecho y creo que perdí todo control sobre mi misma. Sentir sus brazos rodeándome de nuevo me regalaron las más hermosas sensaciones de confort, le devolvió a mi corazón y mi alma tranquilidad y la más hermosa alegría. Ojala pudiera describir lo que sentía con solo estar entre sus brazos, podía sentir sus caricias en mi espalda y en mi cabeza, el correspondía a mi abrazo y creo que hasta me beso la cabeza. Sentir la fuerza de su abrazo era casi sublime, en aquel justo momento podía morir y hubiera sido perfecto morir entre sus brazos, las sensaciones eran demasiadas, tenía la respiración entre cortada, el corazón agitado y hasta con arritmia y su abrazo era lo único que podía controlarme, lo único que en aquel momento me mantenía en píe, creo que se notó tanto lo que sentía que él me miró y me dijo ¿estás bien? y hasta la voz se me quebró para decirle que sí, y no pude evitar decirle con la voz casi agónica y melancólica que lo había extrañado mucho, que me había hecho mucha falta y yo seguía abrazándolo, como si se me fuera la vida en ello. Luego de una rato el intento separarme y diciéndome  algo sobre que debíamos parar antes de que me diera un infarto y tal vez era cierto, porque no alcanzo a describir todo lo que sentí en aquel momento. Me separe de él, le mire, le sonreí y entramos a la terminal.

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