EL CIELO... EN EL INFIERNO 3

Su llanto era incontrolable, parecía un niño pequeño horrorizado, y el sonido de sus lamentos llenaban todo el lugar, pronto todos la escuchaban llorar y en la puerta empezaron a aparecer rostros asombrados y curiosos que esperaban obtener de primera mano la noticia de lo que estaba aconteciendo. Con el paso de los minutos se acercaron también dos sacerdotes y el seminarista que había pasado la noche con ellos, asustados por los lamentos que profería aquella pequeña criatura en los brazos de quien fuera su mejor amigo. Los sacerdotes y el seminarista entraron y cerraron la puerta tras de si y dejaron los rostros expectantes afuera. Dentro era casi como una cámara de tortura, con el agravante que nadie le hacia daño a Annemarie, entonces uno de los sacerdotes que acaban de ingresar, impacientemente dijo al seminarista:

- ¡Llevatela y calmala!.

De inmediato el seminarista se aproximo a Paul y Annemarie, la arropo y la tomo en sus brazos, Paul salio tras ellos pero sus pasos fueron interrumpidos por un brazo que lo sujetaba del hombro y le decía:

- ¿A donde crees que vas? Tu también nos debes una explicación.

El se quedo estupefacto, y solo pudo ver que el seminarista cruzaba la puerta con Annemarie en sus brazos, lamentándose como una niña pequeña.

El seminarista paso entre los jóvenes que husmeaban tras la puerta, y salio por el corredor, hacia la casa de los sacerdotes. Entro por la puerta trasera, una gran puerta metálica roja que finalizaba en una maya, algo deforme, esa puerta siempre permanencia abierta durante el día, y en el patio que resguardaba siempre habían dos vehículos y muchos escombros, basura y elementos para adornar el templo, cruzo esa gran habitación oscura y fría con gran velocidad y llego a un patio con un pequeño pozo y una estatua en medio de él, tres segmentos de grama verdosa, circundada por pequeñas rosas de colores suaves, llegaron a un corredor al lado contrario del corredor de acceso, en un rincón había un sillón, el seminarista se aproximo a él, puso a Annemarie en un extremo del sillón, la cubrió con la manta y desapareció por el otro extremo del corredor.

Annemarie sollozaba entrecortadamente y se acomodaba en el sillón, en un par de segundos el seminarista volvió a aparecer al lado de ella, y le ofrecía un pocillo con un liquido caliente, el vapor aun se levantaba por fuera del pocillo, ella lo tomo con las manos temblorosas y tomaba el liquido a pequeños sorbos. El seminarista la miraba con un asombro y una curiosidad que no podía definir, y conforme la observaba silenciosamente su mirada comenzó a enternecerse, como si encontrara en ella algo que hiciera que su corazón se conmoviera.

Estaba mirándola sin preocuparse de nada mas, cuando una voz gruesa hizo retumbar su nombre por todo aquel patio, incluso mas allá de los muros:

-¡Demian!

De inmediato se puso en pie, y Annemarie solo pudo mirarlo mientras cruzaba el jardín del patio a pasos agigantados, hasta donde se encontraba el sacerdote que tenia el rostro turbado y descompuesto por la impaciencia. Entonces comenzó a darle estrictas instrucciones al seminarista:

- Deberás acompañarla en todo momento, y vigilar sobre todo a sus amigos, no los dejes solos. Debes mantenerme al tanto de todo lo que suceda con ellos. No puedo suspender la actividad solo por ellos.

El seminarista permaneció como una estatua y el Sacerdote recorrió el corredor y entro a la otra sección de la casa como un trueno, Annemarie miraba al seminarista desde el sillón con el pocillo aun entre sus manos y le sonreía, como si ella hubiera escuchado todo. Entonces su mirada cambio de dirección, y el seminarista noto el cambio, se giro y justo detraes el el estaban Dereck y Paul, ambos solo inclinaron la cabeza y pasaron a lado y lado del seminarista y se dirigieron hacia el lugar donde estaba Annemarie.

Paul la abrazo, sin decir nada y ella correspondió el abrazo y sonreía con sus ojos aun llorosos, Dereck permanecía en pie y los miraba con una tristeza que solo él podía entender. Si él sabia algo, nadie mas lo sabia, ni siquiera Annemarie.

La conmovedora escena fue interrumpida por el seminarista, quien se paro justo en frente de ellos y tosió con suavidad, para que ellos lo mirasen, y cuando tuvo su atencion les dijo:

-Debe prepararse para la siguiente actividad. Yo acompañare a Annemarie, nos vemos en la sacristía en 20 minutos, por favor no se tarden.

Annemarie, sonrió, se limpio sus ojos con la manta y entrego el pocillo al seminarista, se puso en pie y salio tas los chicos, el seminarista iba tras ellos.

De regreso en aquella pequeña habitación en la cual había pasado la noche, Annemarie se organizo rápidamente y se dispuso a salir. Abrió la puerta para ir a la sacristía y como un centinela ahí estaba frente a la puerta el seminarista, esperándola con una amable sonrisa. Ella se sorprendió de verlo, pero de inmediato le sonrió y salio con sus cosas en las manos y cerro la puerta tras de si. El seminarista tendió sus manos para ayudarle a llevar sus cosas, ella le sonrió y le entrego algunas de sus cosa.

En la sacristía todos los jóvenes estaban reunidos y y cuando Annemarie llego a la puerta todos la miraban estupefactos, pensaron que después de lo sucedido ella no regresaría, y ante las miradas ella no sabia que hacer, se paro en medio de la puerta de la sacristía y se quedo inmóvil. Paul se aproximaba a ella cuando detrás de ella se dibujo la silueta del un hombre y la luz ilumino el rostro del Sacerdote detrás de ella, y Paul freno a unos pasos de alcanzarla.

El sacerdote tomo por los hombros a Annemarie diciendo:

- Buenos Días Jóvenes, tenemos mucho por hacer, no podemos perder tanto tiempo.

Todos voltearon sus miradas en silencio y se reunieron en torno a la gigantesca mesa en medio de la sacristía, Paul tomo la mano de Annemarie y la guió hasta un extremo de la mesa. El sacerdote se paro en un lateral de la mesa y daba instrucciones por doquier, ordenes a todo el mundo, aparentemente todos tendrían algo que hacer y todo el mundo estaría ocupado, incluida Annemarie, y terminada la ordenanza del sacerdote todos inclinaron la cabeza y se santiguaron...

Pero Annemarie permaneció quieta, no levanto su mano, solo estaba ahí parada, y se miraba fijamente en el espejo que había cerca a una de las puertas de salida, estaba completamente absorta en su contemplación, la imagen reflejada era mas pálida de lo normal, su piel estaba completamente blanca, el vestido verde que llevaba relucía sobre su piel, sus ojos estaban más oscuros que de costumbre, Cuando Paul noto lo que sucedía la halo contra su cuerpo y la abrazo, pero a pesar de ello, ella aun estaba absorta en su imagen reflejada en el espejo. Antes que terminara la oración, Dereck se acerco a ellos y se interpuso entre Annemarie y el reflejo en el espejo, tomo su rostro entre sus manos y la obligo a mirarlo, y como si fuera un chasquido su conciencia volvió, lo miro y le sonrió, en el momento justo en que termino la oración.

- No podemos dejar a Annemarie sola - dijo Paul en voz baja a Dereck
- Demian nos vigila - respondió Dereck
- Lo se, pero no la dejare.
- Trabajaremos juntos de alguna manera.
- Estaré bien - les interumpió Annemarie - Estoy bien.

Ellos la miraron y se sorprendieron, y mientras ellos cruzaban frases, todos comenzaron a abandonar la sacristía por las dos puertas laterales que daban al altar del templo. Ellos eran los últimos en salir y cuando se disponían a hacerlo el seminarista se acerco a ellos y les dijo:

- Vamos chicos, no se queden atrás, hay mucho que hacer. No se preocupen yo los ayudaré.

Ellos se miraron en silencio y salieron. Afuera los otros jóvenes ya habían formado grupos y salían a la calle, Dereck y Paul caminaron mas rápido y reunieron a sus grupos, Annemarie caminaba mas lento en medio de las bancas por el pasillo central del templo y miraba al techo como si algo en el llamara su atencion, mas atrás caminaba el seminarista observando detenidamente a Annemarie, pero se vio interrumpido por unas jovencitas que se aproximaron a él para saludarle y hacerle preguntas, ellas lo abrazaban y le hablaban, parecían gatitos llorando y mientras él respondía....

Una melodía comenzó a sonar, (https://www.youtube.com/watch?v=7j-2NurKY94) invadía todo el lugar, sus notas eran melancólicas y la interpretación era perfecta, todos los que estaban en el templo se quedaron en silencio. El seminarista se abrió paso entre las jóvenes que lo rodeaban y comprobó que Annemarie ya no estaba, entonces vio a Paul y a Dereck parados en medio del pasillo central con la mirada fija en el Órgano Tubular que se ubicaba en el balcón justo sobre la puerta principal. Y ahí estaba ella, sentada frente al órgano... y era ella... era ella quien lo tocaba.


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