Vi en sus ojos... la realidad de la vida.

Nunca pensé que al mirar en los ojos de ella y de ellos, sin decir ni una sola palabra entendería la realidad de la vida, esa realidad a la cual todos le huimos o en la cual preferimos no pensar... una realidad a la que todos le tememos.

Fui a aquel lugar solo como una acompañante, pero lo que no sabia era que ellos y sobre todo ella, me mirarian a lo mas profundo del corazón. Siempre había ignorado aquella realidad, porque pensaba que era improbable que me golpeara, pero la verdad es que siempre la he ignorado. He sido consciente que nacer tiene ciertas implicaciones inherentes al simple hecho de estar vivo, morir por ejemplo es la consecuencia de nacer; y envejecer, el inevitable camino que debemos recorrer, sin embargo en el medio tenemos un lapso de tiempo sobre el cual decidimos ¿cómo vivir? y sobre todo ¿cómo envejecer?

Pero la realidad que vi en sus ojos fue devastadora. Vi en sus ojos la soledad y la tristeza plasmada. El cansancio de una vida que se ha consumido y desgastado en luchas y trabajos, la luz de la vida que se apaga. Y entonces me pregunte: ¿qué será de mi al final de mis días? Sus ojos me mostraron el lado mas triste del momento en el que llegas al final de tu días. El momento en el que la soledad se hace aplastante, cuando poco o nada puedes hacer para remediar tu futuro, porque ya no hay futuro, cada día es una cuenta regresiva hacia el inevitable desenlace de la vida.

Cuando tu vida termina, pocas cosas tiene realmente sentido y pocas cosas toman realmente valor e importancia, entonces los recuerdos se hacen recurrentes y son la única escapatoria a aquella silenciosa compañera que comienza aparecer en los rincones y en las esquinas, que aparece a lo lejos mirándote fijamente, para recordarte que se acaba tu tiempo, que ya poco o nada queda por hacer.

Siempre he creído que el miedo a la muerte es irracional, pero cuando ellos me miraron comprendí que no le temo a la muerte como tal, sino al envejecer. Pero el paso de los años es inevitable, y se hace evidente hasta en las mas pequeñas cosas, una simple cana en tu cabello solo es un síntoma de  lo que en algún momento se hará realidad y que no puedes detener. La piel se arruga, la voz se quiebra, la salud se desgasta y los días se consumen como se consume la cera ante el fuego.

En la juventud, nunca nos damos cuenta de las repercusiones que nuestros actos tienen al final de nuestros días. Vivimos acelerados y preocupados por efímeras cosas, que no llegaran al final de la vida. Porque cuando llegues al tiempo final, necesitaras cosas que ya el dinero no compra, y para las cuales el tiempo no alcanza. Nos olvidamos de la familia, de los amigos, priorizamos en el dinero, en el trabajo, olvidamos la importancia del buen vivir, de mantener la conciencia tranquila, el nombre limpio y de cuidar nuestra salud, ignoramos la trascendencia de los momentos que vivimos. No diré que sea su caso o el mío pero cuando nos damos cuenta de lo que de verdad vale la pena y el sacrificio, nuestra vida pronto terminara. Aun estamos a tiempo de algunas cosas para quienes como yo tenemos cierta edad, cambiar el final puede ser posible, pero para ellos es diferente, ellos por si mismos poco pueden hacer por su final, pero los que están a su alrededor tal vez puedan cambiar un poco su realidad.

Mientras observaba su día a día, me preguntaba ¿por qué llegaron a ese punto en su vida? ¿qué circunstancias los pusieron en aquel lugar? Y si bien podrían existir muchas razones para llegar aquel punto en la vida, la mayoría de ellos son remediables, al menos si nos percatamos de nuestros propios errores a edad temprana. Pero ahora ya no es momento de culparlos a ellos por lo que hicieron y lo que no. Lo que mas me entristece es que todos ellos en cierta manera y en algún momento tuvieron una familia, amigos y personas cercanas que hoy ya no están.

La expresión de tristeza de sus rostros me hacia grietas en el corazon cuando los miraba; sus ojos tristes y cansados, esperaban una sonrisa de regreso, lo mínimo que yo podía brindarles, pero ellos esperaban y necesitaban un poco mas. Solo hasta el momento de mi partida me di cuenta que al final de mis días lo que menos quisiera es la soledad. Siempre le he temido a la soledad y mas aun a esa que llega al final de tu vida, cuando las despedidas son para siempre. Solo se que no quisiera verme sola cuando la vida se me agota, lejos de mi familia, amigos y conocidos.

Ahora ellos nos necesitan y un día nosotros necesitaremos que otros cuiden de nosotros, solo espero que esos otros sean las personas que siempre he amado.

Si un día, por algún motivo pierdo la salud y la cordura, no me abandones a mi suerte, ni en manos desconocidas, cuida de mi por el amor que yo un día tuve por ti. Y no me dejes morir sola, sujeta mi mano en el momento en que deba dar el último paso en este mundo.

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